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La piel va cambiando con el tiempo; sus capas se van modificando paulatinamente debido a factores internos como la alimentación, hidratación o hábitos de descanso y externos, como la exposición al sol, la contaminación ambiental o las condiciones climáticas. Por esto, su cuidado debe contemplar todos estos elementos para lograr mantener no sólo un buen aspecto, sino su bienestar a pesar del paso de los años.
“Una parte importante del proceso de envejecimiento y sus señales dependen del estilo de vida y los cuidados que tengamos con nuestra piel. Sin embargo, hay necesidades específicas a los 20, cuando aún hay firmeza y elasticidad, que son muy diferentes de cuando comienzan a aparecer las líneas de expresión o cuando los tejidos empiezan a verse afectados por la gravedad. Por esto, es clave ocupar productos específicos para cada etapa e incorporar rutinas de cuidado y una alimentación equilibrada en cada una de ellas”, señala Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
Sin embargo, la facultativa enfatiza en que existen tres acciones que deben incorporarse y mantenerse siempre -independiente de la edad- como “la limpieza, la hidratación y la protección solar. Lo que va variando es la composición de los productos que se utilizan y otros que podemos ir agregando, pero estas acciones son el desde para la salud de nuestra piel”.
– 20 años: En este grupo etario el colágeno se encuentra en altas concentraciones, no teniendo mayores problemas, pero aún pueden lidiar con una mayor crasitud. “En esta etapa, se deben privilegiar lociones de limpieza e hidratación libre de aceite (oil-free), más acuosas y ligeras, junto con productos que contengan ácido salicílico o ácido retinoico que ayudarán a regular la producción de grasa y controlar el acné”, menciona Molina.
– 30 años: En esta etapa, la piel comienza a perder luminosidad y aparecen las primeras líneas de expresión cerca de los ojos. Acá la facultativa recomienda “la aplicación de productos que contengan antioxidantes, como la vitamina C, péptidos y poli-hidroxiácidos. El ácido hialurónico y el retinol también empiezan a tomar protagonismo, ya sea en cremas, emulsiones o gel, dependiendo del tipo de piel de la persona”.
– 40 y 50 años: Las arrugas ya no sólo aparecen alrededor de los ojos, sino que también se acentúan las líneas de expresión en la frente y el entrecejo. La piel va perdiendo tensión y luminosidad y existe un sinnúmero de cambios hormonales por la menopausia, haciendo más evidente los signos de la edad. En estos casos, se deben mantener los contenidos que aplicamos en la década anterior, subiendo la concentración de retinol y agregando productos despigmentantes y tratamientos o técnicas que impliquen el uso de la toxina botulínica bajo supervisión profesional, la radiofrecuencia para ayudar con la flacidez y la luz pulsada intensa para ayudar a unificar el color.
– 60 años: Ya los signos son evidentes y la piel se va volviendo más quebradiza debido a la pérdida de humedad. “Es ideal que el uso de los compuestos se mantenga, pero que los productos sean más cremosos, para ayudar a hidratar la piel de mejor manera. Acá el ácido hialurónico y el retinol en altas concentraciones son fundamentales”, señala la farmacéutica.
Nutrientes claves
No obstante, y a pesar de los distintos cuidados y tipos de productos que utilicemos a medida avanza el tiempo, la alimentación es preponderante a la hora de lucir una piel sana. Molina hace hincapié en que “la piel es uno de los órganos más sensibles a las carencias nutritivas, sobre todo las proteínas, los ácidos grasos esenciales, vitaminas del grupo B, A, C y E y minerales como el zinc y el hierro, que son fundamentales para su regeneración. Lo bueno es que podemos preferir ciertos alimentos que nos ayudarán con la cuota faltante de estos nutrientes”.
“Por ejemplo, las proteínas son una muy buena fuente de colágeno y elastina, indispensables para evitar la flacidez. La vitamina C tiene un efecto antiarrugas por ser un muy buen antioxidante, clave para que la piel pueda generar más colágeno. Por su parte, los ácidos grasos como los pescados (importante fuente de Omega-3) y los frutos secos aportan a nutrir la piel, generando una correcta regeneración celular, evitando que se reseque”, indica la farmacéutica.
Incluir estos nutrientes, a través de la alimentación o suplementos vitamínicos recomendados por un especialista, debe considerarse como una acción que repercutirá directa y positivamente a la piel. Junto con una ingesta de dos litros de agua al día, ayudarán a mantener una piel sana y retrasar que los estragos del tiempo se reflejen en nuestra piel.
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