Una tasa de contaminación veces nueve mayor en superficies sin cobre, en comparación con superficies que utilizan cobre sólido en los baños y en el área de descanso en oficinas de tránsito, comprobaron investigadores de la Universidad de California en Estados Unidos. Igualmente, la contaminación fue 10 veces mayor en superficies que no son de cobre frente a las que lo contienen en agarraderas y pasamanos de autobús y vagón de tren.
“La carga bacteriana cultivada fue 51 veces mayor en las superficies que no son de cobre, al compararse con las que están recubiertas con tecnología Clean Copper en baños, por ejemplo. En pasamanos de autobuses sin cobre sólido, la contaminación es 25 veces superior a la que se presenta en aquellas que están recubiertas con esta tecnología. Esto demuestra claramente la acción antimicrobiana del cobre”, explican Gary Kenneth, Steven Rhodes y Nicolás Méndez, autores de la investigación.
En lugar de reemplazar piezas completas en grandes instalaciones, lo cual resultaría costoso y requeriría mucho tiempo, se ha utilizado el recubrimiento de cobre antimicrobiano adherido, tanto en Estados Unidos como en Chile, aprovechando la flexibilidad del material. “Los recubrimientos han resistido más de tres meses de uso regular con público en tránsito en diversos edificios”, afirmó el CEO de Clean Copper, Nicolás Méndez.
En Estados Unidos, se adhirió un recubrimiento de cobre antimicrobiano que contenía 99,9 % de cobre sobre separadores, pasamanos, manillas de puertas y otras superficies de contacto en un autobús, un vagón de metro de Los Ángeles, California y un edificio de oficinas. Luego de tres meses se tomaron muestras y se colocaron inmediatamente en un medio de cultivo donde permanecieron por 24 horas. Después, se tomaron muestras que fueron cultivadas en superficies comparables de acero inoxidable.
“Las muestras se agruparon en Grupo A (oficina central) y Grupo B (autobús y vagón de metro). La tasa de contaminación fue significativamente mayor en el grupo sin cobre (100% Grupo A y 76,9 % Grupo B) frente al grupo de cobre (11,1 % Grupo A y 7,7 % Grupo B) según la prueba exacta de Fisher. Las superficies sin cobre también tenían cargas bacterianas significativamente más altas (media de 12 UFC en el Grupo A y 2,5 UFC en el Grupo B) que las superficies de cobre (media de 0,1 UFC en el Grupo A y 0,1 UFC en el Grupo B) según la prueba de Kruskal-Wallis”, detalló Nicolás Méndez.
Por lo anterior, los investigadores de la Universidad de California concluyeron que el cobre antimicrobiano redujo la contaminación y carga bacteriana en las superficies que se tocan con frecuencia, tanto en el sistema de transporte público urbano como en oficinas. “La propiedad antimicrobiana del cobre se conoce desde hace mucho tiempo. El primer registro se remonta al año 1.600 AC, donde en un antiguo texto médico egipcio llamado Smith Papyrus, se describía que el cobre se usaba para esterilizar heridas y beber agua. Con la pandemia, el interés por utilizar este elemento ha ido en aumento”, afirmó el investigador de la Universidad de California, Gary Kenneth.
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