La Navidad es un momento especial lleno de tradiciones, entre ellas, el consumir ciertos alimentos. Las galletas, por ejemplo, son un imperdible en muchas culturas y se consumen, en algunos casos, desde hace siglos.
Ejemplos notables son el pan de jengibre, el bredele, el krumkake, el springerle, galletas de azúcar, etc., de origen básicamente europeo. Pero no son sólo las galletas, el pan de pascua -si bien tiene sus orígenes en Europa- es en su receta actual, un producto propio de la gastronomía chilena. Y como olvidar el “cola de mono”, un cóctel nacional a base de leche, aguardiente, café, azúcar y especias.
Todos estos productos tienen algo en común, no son alimentos naturales, sino que son procesados y “no tan saludables”. Y es aquí donde empieza la discusión. Sin lugar a dudas, ninguna dieta puede basarse en galletas, pan de pascua y cola de mono, en eso estamos de acuerdo. Dietas basadas en productos altos en azúcares, calorías, sal y grasas saturadas, conllevan riesgos de padecer obesidad y enfermedades.
Pero ¿ese hecho innegable nos debe llevar a descartar o “demonizar” a algunos alimentos? La discusión es muy candente y actual. Por ejemplo, existe la clasificación NOVA, que busca catalogar los alimentos según su nivel de procesamiento, desde los sin procesar o mínimamente procesados, hasta los ultraprocesados.
Respecto a esta categorización existen opiniones diversas, siendo quizás lo más relevante el hecho de que se genera la relación “a mayor nivel de procesamiento, menos saludable”, aseveración que sin ser del todo falsa es controversial y, en ocasiones, errada.
En Chile, los sellos que se usan son una gran ayuda para guiar al consumidor, sin embargo, la mera relación “alimento sin sello-salud” puede ser engañosa, ya que lo más relevante son los hábitos alimenticios en su globalidad.
Entonces, y especialmente considerando los actuales niveles de sobrepeso-obesidad, vale preguntarse ¿debemos evitar estos alimentos navideños? Personalmente pienso que la urgencia es ajustar nuestros hábitos alimenticios a lo largo de todo el año, ser conscientes y responsables, siguiendo las Guías Alimentarias del Ministerio de Salud, y no prohibirnos de consumos esporádicos de alimentos navideños. Después de todo, éstos nos entregan bienestar emocional, experiencias positivas al estar en un contexto de celebración y contribuyen a pasar, una vez al año, una muy Feliz Navidad.
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