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Los sistemas fluviales son los grandes responsables de la vida en los territorios, moldeando el paisaje y también a las comunidades que los habitan.
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Pese a su relevancia, en Chile no existe un marco normativo que proteja a los ríos o las cuencas, lo que se presenta como una de las principales deudas de la política pública, mucho más grave en un contexto de crisis climática.
El 14 de marzo se conmemora el Día Internacional de Acción de Los Ríos, y este día se presenta como una oportunidad para recordar que Chile tiene una deuda con la protección de estas fuentes de agua y sus cuencas. A modo de ejemplo, la segunda parte del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, llamado ‘Cambio climático: Una amenaza para el bienestar de la humanidad y la salud del planeta’, dio cuenta del complejo escenario que enfrentan los ríos en Sudamérica.
En el caso particular de Chile, el estudio concluye que la sequía prolongada, el derretimiento acelerado de los glaciares y la inequidad en el acceso al agua, junto a las grandes desigualdades socioeconómicas, son argumentos suficientes para decretar que nuestro país es tremendamente vulnerable a la crisis climática.
Es en ese contexto (de cambio climático y pérdida de biodiversidad) que la protección de ríos y cursos de agua se hace fundamental en el país. La geógrafa María Victoria Soto explica que la importancia de los ríos y cursos de agua radica en toda la red de la que son parte: las cuencas hidrográficas y los sistemas fluviales, que marcan la geografía del país al ser un territorio de montañas.
“Como país andino, nosotros vivimos en cuencas y subcuencas de distintos tamaños, por lo tanto, los ríos en todo este sistema (pues no son sólo un segmento, sino que un sistema interconectado que comienza en los Andes y desemboca en el Pacífico) es fundamental para la supervivencia, mantención, desarrollo y el cuidado y la protección de la vida en la superficie del planeta”, añade la geógrafa.
Por su parte, Silvana Espinosa, geógrafa y vocera de Greenpeace Chile, destaca la relevancia de estos cursos de agua para la vida en el planeta: “Es alrededor de ríos y espejos de agua que se desarrolla la vida. Parece obvio afirmar que las reservas de aguas continentales son cada vez menores y, por lo mismo, cada vez más preciadas y necesitadas”. Y agrega que ”los ríos y cursos de agua no sólo transportan este vital recurso en sus caudales, sino que también son reguladores del clima, cualidad que en nuestra realidad los hace doblemente importantes para las comunidades al permitir, generar y hacer más agradable la vida en sus cursos”.
Soto suma que son estos sistemas de drenaje los que “generan el paisaje, los recursos hídricos, los recursos del suelo y, mediante ellos, las fuentes alimenticias y los lugares donde las comunidades finalmente se asientan para vivir y producir”.
Amenazas y protección
Según manifiesta Soto, las amenazas que enfrentan estos ecosistemas “están vinculadas, por un lado, con actividades productivas extractivas, como la minería, y, por otro lado, las prácticas agrícolas poco sustentables que también consumen mucha agua”, todas de origen antrópico y derivadas de intervenciones humanas que afectan notoriamente a los sistemas fluviales y a todas las comunidades que de ellos dependen.
Espinosa pone de manifiesto que, aunque Chile vivió hace unos meses uno de los inviernos más lluviosos de los últimos años, no fue posible garantizar que esa agua fuese gestionada para asegurar un suministro futuro debido a la ineficacia del modelo nacional que se aplica en su gestión: “Nuestro sistema existe hace 30 años, por lo que no responde a la realidad de estrés hídrico de hoy, otorgándole derechos de explotación de agua a privados, quienes frecuentemente acaparan el recurso hídrico, en desmedro de la priorización de sus usos vitales”, afirma la vocera de Greenpeace.
“Las instituciones deben cambiar el modelo y poner el foco en la defensa de este recurso, protegiendo el agua como un derecho para todas las personas y defendiendo los ecosistemas que permiten su reserva y suministro, como bosques, glaciares, ríos y humedales, entre otros”, dice Espinosa.
Pese a la importancia de los ríos, en Chile no existe un marco regulatorio que los resguarde o proteja. De hecho, se estima que sólo un 1% de los más de 1.200 ríos existentes en el territorio, cuenta con algún grado de protección, gracias a estar inserto en algún área protegida.
Existe una figura en la cual la Dirección General de Aguas fija caudales ecológicos, que resguarden la cantidad mínima del recurso en un cauce o cuerpo de agua, para mantener las condiciones adecuadas de la diversidad biológica de éste. Sin embargo, continúan existiendo diferentes problemas, principalmente asociados a la alta presión y demanda sobre el recurso hídrico, para que estos caudales cumplan con la función de resguardo.
Del mismo modo, se espera que la ley SBAP (normativa promulgada en agosto pasado que creó el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas) también pueda proteger, rescatar y rehabilitar los diversos ecosistemas hidrobiológicos. Sin embargo, eso aún no ocurre.
“Es preocupante que en nuestro país aún no seamos capaces de proteger los ríos y cursos de agua que nos mantienen vivos”, alerta Silvana Espinosa. “Si consideramos que la minería tiene acaparadas gran parte de las aguas en su inicio (la Cordillera de los Andes) y la agricultura, luego, cubre largos tramos aguas abajo es muy poco lo que llega finalmente a las comunidades”, complementa.
La geógrafa y vocera de la organización ambientalista asegura que esta desprotección está secando, literalmente, ecosistemas riquísimos e importantes para las comunidades: “Sin ir más lejos, fue lo que pasó con la Laguna Aculeo, que quedó completamente seca el año 2018. Con las lluvias del año 2023 recuperó en parte su capacidad, pero hoy estamos siendo testigos nuevamente de su pérdida de agua. En paralelo, en el Ministerio de Medio Ambiente, hace un año existe una solicitud para que sea declarada humedal urbano, para brindarle herramientas que avancen en su protección, la que todavía no recibe respuesta”, subraya Espinosa.
La vocera de Greenpeace, además, reclama que a las instancias legales que ya existen, “hay que repensarlas. Hay que modificar el modelo de gestión del agua actual, porque no da para más. Los derechos de agua están sobre otorgados en todas las cuencas del país y , aún con las últimas modificaciones al código de aguas, el derecho humano al agua no está garantizado, como tampoco se resguardan los equilibrios de los ecosistemas que dependen del agua. Necesitamos contar con una gobernanza clara y respetada, considerando el escenario climático y los desafíos del país en la materia”, concluye.
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