Equinácea: la planta que podría ser una aliada para combatir las alergias esta temporada

Echinacea purpurea ‘PowWow Wild Berry’Con propiedades antiinflamatorias e inmunomoduladoras, la equinácea se posiciona como un remedio natural para las alergias. Química farmacéutica explica sus usos y beneficios para esta temporada.

Con la llegada de la primavera, las alergias estacionales afectan a un gran número de personas, quienes recurren a diversos tratamientos farmacológicos para contrarrestar los síntomas producidos por las alergias estacionales. En este contexto, surgen alternativas naturales para combatir estas molestias, como, por ejemplo, la equinácea.

Esta planta es ampliamente reconocida por sus propiedades medicinales y se presenta como una opción natural que podría convertirse en una gran aliada en el tratamiento de alergias en esta época del año. Aunque sus flores son vistosas y de color morado (de ahí su nombre purpurea), las partes utilizadas también son las raíces, tallos y hojas.

Según Dra. Maite Rodríguez, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello, la equinácea es una de las especies más utilizadas en la medicina tradicional y su eficacia ha sido respaldada por diversos estudios científicos. La planta no es nativa de Chile, sino que procede de América del Norte; se conoce que las tribus nativas americanas originarias de México, EUA y Canadá utilizaban la equinácea como antiinfeccioso, en la curación de heridas y picaduras de insectos.

“Esta planta, conocida por sus propiedades inmunoestimulantes, antiinflamatorias, antioxidantes y cicatrizantes, está disponible en diversas formas, desde infusiones caseras hasta fitomedicamentos estandarizados como comprimidos, cápsulas y jarabes”, explica.

¿Cómo actúa la equinácea?

La equinácea contiene distintos principios activos como los flavonoides y polifenoles, que actúan como antioxidantes e inmunomoduladores. “Estos compuestos ayudan a reducir la inflamación y a mejorar la respuesta inmunitaria del organismo, lo que es clave para aliviar los síntomas de las alergias estacionales”, sostiene Rodríguez.

Además, señala que la planta posee terpenos, que tienen efectos expectorantes y antibióticos, que contribuyen a tratar las infecciones respiratorias asociadas.

Uno de los componentes más importantes de la equinácea es la alquilamida, presente especialmente en la especie Echinacea purpurea, que ha demostrado tener un fuerte efecto inmunomodulador.

Sin embargo, la docente advierte que, según su uso clínico para las infecciones respiratorias y la relativa seguridad en humanos, se necesitan más estudios para un enfoque basado en evidencia para tratar afecciones como el COVID-19 y otras afecciones virales.

Uso seguro y recomendaciones

Esta planta es aceptada por las entidades de salud en diversos países de Europa, Norteamérica y Asia por sus propiedades medicinales. “Existen varios fitomedicamentos en el mercado que ya han sido aprobados para su uso en personas, por lo cual es importante recomendar su empleo, así como medicamentos herbarios tradicionales, es decir, las hierbas comercializadas artesanalmente”, añade Maite Rodríguez.

“Existen varias equináceas, las que presentan algunas diferencias composición química. Estas plantas son cultivadas en suelos arenosos para poder cosechar fácilmente la raíz. En general, los compuestos activos que contenga cada especie y su proporción en cada parte de la planta actúan de manera sinérgica, por lo que es muy importante utilizar el extracto o preparado completo”, complementa.

Aunque la planta no es tóxica por vía oral en dosis habituales, como la mayoría de las especies, no se deben utilizar por períodos prolongados de más de ocho semanas. Asimismo, sostiene la química farmacéutica, no es recomendable usarla con otros medicamentos inmunosupresores y citostáticos.

“Las preparaciones de equinácea también están contraindicadas en pacientes que padecen enfermedades sistémicas progresivas, por ejemplo, leucemia, enfermedades similares a la leucemia, tuberculosis, esclerosis múltiple, trastornos del colágeno y otras enfermedades autoinmunes como infecciones por VIH” concluye.

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